sonnen | 13 de mayo de 2025

El reto de los apagones

Evitar un nuevo apagón es posible. Y puede hacerse desde 3 conceptos clave: almacenamiento, energía distribuida y descentralización. Vamos a por ello.

Almacenamiento: guardar para cuando más lo necesitamos

Imagina que cocinas de más y, en vez de guardar la comida para mañana, la tiras.
Absurdo, ¿no? Eso es exactamente lo que hacemos cada día con la energía que producimos con el sol. Durante el día, los paneles solares pueden generar más electricidad de la que usamos. Pero si no la almacenamos… se pierde. Se va. Como si nunca hubiera existido. Ahí es donde entran las baterías de almacenamiento. Son como una nevera para la energía: guardan lo que no se usa en ese momento, para que puedas aprovecharlo más tarde, por la noche, o cuando la red falla. Y esto no es un lujo futurista: ya hay miles de hogares en España haciéndolo. Casas normales, tiendas, negocios, fábricas, recintos de todo tipo.

Con una batería doméstica o industrial es posible ahorrar, estar protegido ante apagones y reducir la huella de carbono.

Es una forma inteligente de usar lo que ya tenemos, en lugar de seguir dependiendo de un sistema que no siempre responde. Almacenar energía no es ciencia ficción. Es el presente.

 

Energía distribuida: la fuerza está en muchos, no en uno

Cuando pensamos en electricidad, solemos imaginar grandes centrales. Gigantes. Que están lejos. Y durante años, ese fue el modelo: producir en un sitio, distribuir a todos. Pero hoy las cosas están cambiando. La tecnología permite producir energía en muchos lugares a la vez: en casas, edificios, empresas, granjas, resorts, campings, fábricas, tiendas, hoteles… y conectarlas entre sí. Esto es lo que llamamos energía distribuida: No hay un único punto de generación, sino miles. Y eso lo cambia todo. Porque si una gran planta falla, el sistema entero se tambalea. Pero si hay miles de puntos produciendo, la red es mucho más estable, flexible… y resistente.

La opinión pública debe saber que 1.500 hogares o empresas con baterías solares, conectados, pueden aportar a la red la misma potencia que 15 nucleares, en solo 2 segundos.

La energía distribuida es colaboración energética. Es como una gran red de manos sosteniéndose unas a otras. Y cuantas más manos haya, más fuerte será el sistema.

 

Descentralización: empoderar a ciudadanos y empresarios

Hoy en día, la mayoría de nosotros solo puede hacer una cosa con la energía: pagarla. Pero eso está cambiando. La descentralización energética significa que ya no dependemos solo de las grandes compañías para producir o distribuir electricidad. Significa que cada persona, cada comunidad, cada barrio… puede tener un rol activo. Es posible producir tu propia energía, almacenarla, compartirla con tus vecinos, incluso venderla a la red. Eso convierte a ciudadanos y empresarios en algo más que consumidores: en prosumidores. Y cuando miles de personas se convierten en prosumidores, el sistema se transforma.

Ya no hay un centro que controla todo. Hay miles de nodos interconectados, vivos, autónomos.

Es como pasar de una ciudad con una sola panadería… a una donde cada calle tiene su propio horno. Y todos se ayudan, comparten y se alimentan juntos. Descentralizar la energía no es dividir el poder. Es multiplicarlo. Y ponerlo donde siempre debió estar: en manos de la gente.

 

El presente energético 

El sol brilla sobre España con máxima intensidad. Y se vienen meses fuertes. No solo en el cielo, sino en los datos: 2025 será el año en que la energía solar y eólica se conviertan en las principales fuentes eléctricas del país, superando por primera vez a la nuclear y al ciclo combinado. Pero este hito no es solo cosa de grandes parques renovables. El verdadero cambio ocurre en los tejados, en los hogares, en las decisiones cotidianas de personas que eligen ser dueñas de su energía.

Durante décadas, hemos vivido en un sistema energético unidireccional: grandes centrales generan, las redes distribuyen y nosotros pagamos facturas que oscilan al ritmo de geopolíticas y mercados. 

España finalizó el año 2024 con un 56% de generación renovable en el mix eléctrico, un aumento de aproximadamente un 13% respecto al año anterior. Sin embargo, persiste un problema estructural: la energía limpia no siempre está disponible cuando se necesita. Debemos luchar por un modelo descentralizado que aporte: flexibilidad: las redes tradicionales no están diseñadas para gestionar la intermitencia de renovables a gran escala. Optimización de costes: cada kWh que no se autoconsume implica pérdidas por transporte. Fortaleza: crisis como la del apagón del 28 de abril demuestran que el presente energético español urge cambiar. 

Aquí es donde entra el modelo descentralizado, donde cada hogar o empresa se convierte en un nodo activo de la red. Las cifras hablan claro: El 42% de la energía consumida en España en 2025 será renovable, con la solar fotovoltaica como tercera fuente de generación, según proyecciones del PNIEC actualizado. Los sistemas de almacenamiento residencial e industrial permiten aprovechar hasta el 80-85% del excedente solar, frente al 30-40% de instalaciones sin baterías. 

 

El almacenamiento: la llave del presente

Instalar paneles solares era el primer paso. Las baterías son el salto cualitativo. Los sistemas inteligentes de almacenamiento energético permiten ahorros de hasta el 70-80% en la factura eléctrica, almacenando excedentes diurnos para usarlos en horas punta. Además de autonomía e independencia energética durante cortes de suministro. Y también estabilizan la red, dado que inyectan energía en momentos de alta demanda, evitando picos de precio y desestresando el sistema.

España, con su potencial solar excepcional (más de 2.500 horas de sol anuales en muchas regiones), tiene en la fotovoltaica un aliado estratégico. Pero sin almacenamiento, más del 60% de la energía solar generada al mediodía podría perderse si no coincide con la demanda. 

Aquí es donde las baterías residenciales se convierten en el eslabón que completa el círculo virtuoso de la transición energética. 

Una batería bien dimensionada garantiza suministro durante cortes de red y protege tanto a hogares como a empresas de las nefastas consecuencias de la falta de luz.

2025 no es un año cualquiera. Es el año del almacenamiento eléctrico como infraestructura clave. Como llave del presente energético español.